La televisión que te «espía»

El mando es menos mando. La «caja tonta» es menos tonta en el momento en el que internet, que comienza a estar presente en todos los aparatos electrónicos, se alza como la principal característica de los nuevos modelos de televisores, llamados «SmartTV».

Samsung, que actualmente lidera las ventas de esta categoría, ha reconocido esta semana que aquellos televisores de fabricación propia que incorporan la función de control de voz «espían» a los usuarios, algo que ya tuvo que reconocer su rival LG el pasado año. Esto es: guardar lo que uno dice en presencia de estos productos. Así que uno piensa «¡oh, cuidado con lo que digo!», una situación que se produce en los asistentes virtuales más extendidos, como son Siri (Apple), Google Now o Kinect, en el caso de las consolas Xbox. Televisores como Sony, Panasonic o Toshiba también se ha hablado que incorporan este mismo procedimiento.

Hemos reiterado en muchas ocasiones que quien es dueño del software de los dispositivos tiene su verdadero control. Control de los datos, de la información que recibe por parte de sus usuarios. Y sucede así en muchos servicios y plataformas actuales. Esos datos se almacenan, habitualmente, en los servidores de las empresa y sirven, en en muchas ocasiones, de tabula rasa para la innovación y el lanzamiento de nuevos productos o promociones. Es decir, alquilados a terceros.

Aquí es donde en los términos de uso -ese amplio texto lleno de cláusulas que todos aceptan sin leer concienzudamente- los fabricantes informan de sus cometidos y de la posibilidad de desactivar estas opciones. La privacidad, por tanto, queda cuestionada, pero cabe decir que el usuario puede decidir si evitar el trasvase de datos en caso. Pero esta situación queda entroncado en un momento de creciente demanda por parte de los usuarios de servicios que garanticen su privacidad y seguridad.

En las cláusulas recogidas por Samsung se especifica que en el momento en el que el usuario reproduce un vídeo o accede a aplicaciones o contenido proporcionado por un tercero, dicho proveedor podrá cobrar o recibir información acerca de su «SmartTV». Por ejemplo, la dirección IP y los identificadores de dispositivos, la transacción solicitada y el uso de la aplicación o servicio, aunque la compañía sale al paso asegurando en declaraciones a «The Daily Beast» que se toman en serio la privacidad hasta el punto de cifrar los datos.

Ese «tercero» del que habla el suplemento de política de privacidad, se refiere a la empresa estadounidense Nuance especializada en reconocimiento de voz y que, según Samsung, tampoco retiene las conversaciones de los usuarios frente a la pantalla.

«Samsung no se hace responsable de las prácticas de privacidad o seguridad de estos proveedores. Usted debe tener cuidado y revisar las normas de privacidad aplicables a los sitios web y servicios de terceros que utiliza», especifica. Y añade: «Tenga en cuenta que si sus palabras habladas incluyen información confidencial personal, la información será uno de los datos capturados y transmitidos a un tercero».

La polémica, en cualquier caso, está servida. Otra vez. O, más bien, a partir de ahora, porque la era del «Internet de las Cosas» se basa, precisamente, en esto. Los electrodomésticos aprenderán y lo sabrán todo de sus propietarios, a fin de mejorarle la vida y facilitarle las tareas. La transparencia a la hora de mostrar este tipo de prácticas y una mayor conciencia por parte de los consumidores se convierten en una frontera de convivencia. ¿Son los dispositivos «inteligentes» una inevitable pérdida de privacidad? A juicio de los expertos, esta situación es «intrínseca» en este tipo de aparatos. ¿Es así o es el precio que deberemos pagar de ahora en adelante por comprar este tipo de productos?